Conocí a Celia Sánchez Ramos en el año 2004, antes de que comenzase a desarrollar patentes. Ya por aquel entonces me sorprendió su capacidad de trabajo y su facilidad para explicar.
En una sentada me contó cómo funciona el mecanismo del ojo y los problemas que conlleva vivir y, sobre todo, envejecer. El tema me pareció realmente fascinante, tanto que propuse una serie de reportajes para la revista Quo sobre el tema. Llegué a elaborar el primero y a mandarlo, pero nunca se llegó a publicar.
Ahora Celia Sánchez Ramos vive su momento de gloria, ella misma sabe (o cree) que será pasajero. Ha aparecido en todos los medios de comunicación al convertirse en la Mejor Inventora de 2009, un privilegio al alcance de solo unos pocos.
Sinceramente creo que las patentes de la investigadora darán todavía mucho que hablar y es probable que en un futuro se apliquen a todo tipo de superficies, desde lentes de contacto hasta viseras de cascos, ventanas de edificios, cristales de gafas... En definitiva, todo aquello que pueda frenar la degeneración de la retina. Y cuando eso ocurre, ella se alegrará por haber puesto la ciencia al servicio de la gente, pero yo también me alegraré porque se lo habrá ganado a pulso.
Esta entrevista se publicó en el número 98 de Tribuna Complutense, con fecha 9 de marzo de 2010.