Los pictos están aburriendo al imperio romano, poniéndole las cosas difíciles al norte de Inglaterra. Mientras el imperio decide retrasar sus posiciones, un pequeño grupo de soldados quedará abandonado y tendrá que luchar para salvar su vida.

El guión de la película, escrito por el propio director Neil Marshall, sigue la estructura clásica de una historia de aventuras, con un grupo destinado al fracaso, un buen número de traiciones e incluso un romance. En lo único que se diferencia el guión de otras películas similares es que aquí sería difícil decir quién es el héroe, porque son todos un hatajo de salvajes sin demasiados escrúpulos.

Lo peor del filme son la cantidad de anacronismos que se encuentran en todas y cada una de las escenas del filme. El lenguaje y la manera de interactuar los personajes es algo más propio del siglo XXI que del siglo primero antes de nuestra era, que es cuando se supone que transcurre la historia. Algo bueno tiene también el filme, y es el vestuario y el ambiente roñoso. Por suerte para el espectador contemporáneo las películas ambientadas en el pasado ya no muestran a gente que no se despeina y que va siempre vestida de manera exquisita. Aquí la gente va guarra como ellos solos y cuando matan a alguien la sangre les salpica y se les queda pegada durante escenas y escenas. De hecho se puede hasta oler lo nauseabundo que son todos.

Los actores están todo lo creíbles que pueden dentro de que deben interpretar a soldados romanos como si fueran macarras de Liverpool, así que poco creíbles para ser sinceros.

A pesar de todos los defectos del filme hay que reconocerle que es divertida, y también hay que agradecer a Marshall que haya dirigido una película que dura solo 97 minutos.