Nina es una gran bailarina, pero le falta dejarse llevar. Un día le surge la oportunidad de convertirse en la bailarina principal de una versión de El lago de los cisnes y para hacerse con el papel desatará a sus demonios interiores.
Mark Heyman, Andres Heinz y John McLaughlin, tres guionistas prácticamente desconocidos han escrito un guión que mezcla la sensualidad y el trasfondo de La doble vida de Verónica, con la madre obsesivo-compulsiva de cintas como Carrie o Psicosis, y con el terror de lo que reflejan los espejos propio de pelis como Poltergeist III. Lo más curioso es que han conseguido que esa mezcla (que parece realmente imposible) funcione y que además lo haga de maravilla, como si toda la historia fuera un engranaje perfectamente engrasado. Y aunque el final es el que cabe esperar, no decepciona en absoluto, porque el desarrollo de la historia es muy impresionante.
Reconozco que las películas anteriores de Darren Aronofsky (Pi, Réquiem por un sueño, El luchador) no se encuentran entre mis preferidas, y aunque soy consciente de que algunas de ellas, como Pi, fueron rompedores en su día, no terminaron de convencerme. Lo que está claro es que parece que el director neoyorquino ha estado poniendo los andamios cinematográficos para llegar a esta película que es un curioso compendio del buen hacer cinematográfico. A veces Aronofsky consigue darnos miedo, otras parece que nos metemos en una película intimista y muy pequeña, otras nos sumerge en la noche de Nueva York con sus diversiones y sus vicios, otras rueda escenas sexualmente muy excitantes y otras nos lleva por el camino de las mentiras que transcurren en la mente de la protagonista. Lo que desde luego no hace el director es dejarnos espacio para aburrirnos. Me muero de ganas por ver qué es capaz de hacer en la próxima versión de Lobezno. Seguro que será algo muy especial y poco convencional.
En el buen resultado tienen mucho que ver sus protagonistas. Destaca, por supuesto, Natalie Portman, que está grandiosa, y lo digo yo que no soy un fan como muchos otros, aunque desde este momento yo también me apunto al club de admiradores. Portman borda desde pequeños detalles, como la alegría desatada por recibir un papel estelar, hasta los arrebatos psicóticos y, por supuesto, el baile. Parece que se preparó durante un año y que tenía formación de adolescente, así que es difícil que cualquier otra actriz pudiera haber hecho tan bien este papel. De todos modos, hay que reconocer que tuvo una doble en algunas escenas del baile, una tal Sarah Lane, que afirma que ella interpretó el 95 por ciento de las escenas en las que Portman baila; sin embargo, el director dice que sólo aparece en el 20 por ciento de dichas escenas. Supongo que la verdad estará en un punto intermedio entre esas dos cifras. Junto a ella, hay otros en la peli, pero a mí me gustaría destacar a Winona Ryder que está casi desconocida en su trabajo como actriz que ya ha llegado a la cima de su carrera y a la que no le merece la pena seguir viviendo. Sale poco, pero lo que sale es de nota.
En definitiva, otra gran peli en la carrera hacia el Oscar, que al final "sólo" se llevó el premio a la mejor actriz. Qué envidia me da el cine yanqui.