En Cimmeria el día a día es estar dándose de garrotazos y espadazos contra los habitantes de otros pueblos. De hecho, las mujeres embarazadas se ponen una cota de mallas y no tienen reparos en luchar e incluso en dar a luz en plena batalla. Así nace nuestro protagonista, Conan el bárbaro. Con un parto así es fácil imaginar que lo que le espera es violencia, aventuras y sexo. ¿Quién quiere más?
El escritor Robert E. Howard, el creador de Conan, si naciera hoy sería un friki con camisetas de grupos de heavy metal y jugaría al rol (para meter todos los tópicos en una misma frase), pero como nació a principios del siglo XX su aspecto está más cercano al de un gángster de una película de James Cagney. A pesar de eso fue capaz de inventarse toda una mitología en torno a Conan y las tierras por las que llevaba a cabo sus aventuras. En el desarrollo del personaje tuvo mucho que ver también Roy Thomas, el guionista de Marvel que imagino qué habría pasado por la cabeza de Howard si hubiera seguido escribiendo novelas del bárbaro cimmeriano. Los guionistas Thomas Dean Donnelly, Joshua Oppenheimer y Sean Hood captan también la idea original de Howard y recrean a un bárbaro salvaje y noblote que se rodea de mujeres que no se le resisten nunca y que además suelen tener una personalidad fuerte. (Como ejemplo, en Red Nails, uno de los cuentos de Howard, la mujer que tropieza con Conan, tras vacilarle un poco, le espeta, "Words! Nothing but words" y continúa el texto "He knew it was the truth. No living man could disarm Valeria of the Broterhood with his bare hands"). El caso es que los guionistas se inventan (creo yo) a un nuevo villano, de nombre Khalar Zym que hará la vida imposible a Conan desde su infancia hasta la madurez. Y de paso le rodean de un grupo de villanos que incluyen una bruja con divertidos poderes y unos cuantos idiotas, brutos y descerebrados que se convertirán, rápidamente, en carne de cañón.
El director Marcus Nispel tiene muchos proyectos televisivos a sus espaldas y un par de remakes que no tendrían que haberse rodado de Viernes 13 y La matanza de Texas. A pesar de lo que dicen todas las críticas de que esta película es horrible, en realidad no es tan mala y Nispel consigue que tenga un buen ritmo y que sea entretenida. No hay que olvidar que la versión de Conan de 1982, la de John Milius también fue vapuleada por la crítica, y que solo el tiempo le ha concedido una cierta pátina de película de culto. Muchos de los que la pusieron a caldo todavía siguen escribiendo de cine, así que si aquella les pareció violenta esta ya les parece el derroche de salvajismo, pero se me ocurren miles de películas más brutas que este Conan. Y al fin y al cabo no sé que esperan de un tipo que va con un taparrabos y una espada dando mandobles. Lo mismo quieren que se ponga a hablar de las hipotecas subprime o de las agencias de calificación. Conan es lo que es y no engaña a nadie. Por cierto, en el aspecto de algunos decorados, sobre todo en el diseño de las ciudades, a mí me da que se ha querido hacer un homenaje al filme de los ochenta porque tienen un aspecto bastante retro. Quizás es que simplemente están mal hechos, habrá que investigar un poco.
Para el papel protagonista han elegido perfectamente a Jason Momoa, que da miedo con esa voz cavernosa que tiene y que además es capaz de no hablar demasiado, algo que le pega bastante al personaje. Las comparaciones con Arnold Schwarzenegger son inevitables, pero como Momoa reconoce en una entrevista a Juan Luis Sánchez, de pequeño no le dejaron ver la peli y después se le ha ido pasando, así que no ha tenido tiempo de copiar. Y viendo el resultado me lo creo, porque son dos actuaciones totalmente diferentes, y aunque los dos son unas bestias pardas, Momoa parece un Conan algo más espabilado que Schwarzenegger, que muchas veces tenía aspecto de bobo (con perdón). El resto del reparto están ahí para acompañar a Conan y son más importantes los soldados de arena que ellos.