Ryan Bingham trabaja en una empresa especializada en despedir a gente. Cuando alguien no se atreve a deshacerse de sus empleados, subcontrata a esta firma y ellos se encargan de arreglarlo todo. Bingham es un solitario empedernido que se pasa la vida volando de un lado a otro de Estados Unidos para cumplir su cometido. Hasta que una mujer se cruza en su camino.
El guión de la película está basado en la novela homónima de Walter Kirn, y lo primero que uno piensa tras ver el filme es que hay que hacerse con el libro. Es de suponer que en él se ahondará más en la presión que ejerce la empresa sobre los trabajadores en Estados Unidos y la desprotección a la que se enfrentan en un sistema en el que te dan tres meses de paro y seis meses de seguridad social, sin importar si has trabajado dos años o cuarenta. En la película eso también se muestra, aunque de manera un tanto somera. Lo que sí refleja muy bien el guión es la necedad de un capitalismo obsesionado con la acumulación por el simple hecho de acumular. A algunos les gusta tener dinero, cuanto más mejor, y a otros, como al protagonista del filme, lo que les gusta es acumular millas de vuelo, pero no para darles ningún uso, sino simplemente por tenerlas, por la absurda ansiedad de sentirse poderosos.
El guión de todos modos tiene un par de defectos importantes, o al menos a mí me lo parece. Por un lado, Reitman se permite el lujo de copiar, casi literalmente, una escena de Crueldad intolerable, de los hermanos Coen. La copia es más llamativa todavía porque el actor que interpreta la escena en cuestión es el mismo en los dos filmes: George Clooney. Y peor todavía es que acto seguido de esa escena copiada se supone que el filme da un "giro inesperado", y ocurre algo que todos sabíamos desde el comienzo del filme. Todos menos el protagonista, claro. Hay que decir, de todos modos, que Reitman lo arregla con un final abierto y menos manido de lo que se podría esperar.
En cuanto a los actores, Clooney está bien, como siempre, y además el guión es tan inteligente como para no liarle con una actriz muchísimo más joven, como es Anna Kendrick. Esta pobre consigue despegarse de su papel ridículo en la también ridícula (y aburridísima) saga de Crepúsculo, y con eso ya hace bastante. Por su parte, Vera Farmiga por fin tiene un papel protagonista.
Una vez leída la novela, se puede ver el enorme trabajo de adaptación. De hecho sólo se ha conservado el hecho de que el protagonista vuele mucho y su trabajo consista en despedir a gente. El personaje novelesco tiene muchos más intereses en la vida que el monolítico George Clooney y su éxito con las mujeres es escaso, por no decir casi inexistente. También su relación con la familia es totalmente distinta e incluso su obsesión con las millas parece tener algún aliciente más que el mero hecho de acumular.
En definitiva, que los guionistas han conseguido crear un personaje totalmente cinematográfico a partir de un personaje de novela. Todo un acierto, la verdad. Olía a Oscar este guión, aunque finalmente no lo consiguió.