Un avión que sale de Madrid con destino a México sufre un problema en su tren de aterrizaje y tiene que buscar una pista para tomar tierra. En el trayecto circular sobre tierras españolas, los pasajeros de primera clase y la tripulación vivirán una serie de aventuras sexuales y más o menos cómicas.
Pedro Almodóvar reconoce que tarda mucho tiempo en escribir un guión. Según él, el que más rápido le salió, del tirón, fue Mujeres al borde de un ataque de nervios, para el que sólo necesitó cuatro meses. Al ver Los amantes pasajeros se puede pensar que ha tardado unos 30 años en elaborarlo o que lo escribió en los ochenta y lo guardó en un cajón hasta hoy y luego lo ha rodado añadiendo algún elemento como la corrupción política. En la película hay demasiados elementos ochenteros que no tienen nada que ver con la sociedad actual: la gente fuma en el avión; beben agua de Valencia; usan drogas como heroína, cocaína y ¡mescalina!; todo el mundo folla sin ningún tipo de preocupación por el sida y sin tapujos, delante de todo el mundo; todos los hombres son y quieren ser gays o, como poco, bisexuales; la gente se suicida desde el Viaducto madrileño... Por si fuera poco, Almodóvar repite algunos chistes de otras películas ochenteras como la actriz que se pasa toda la película durmiendo y totalmente salida (aquí Laya Martí y de paso toda la segunda clase, entonces Rossy de Palma); el numerito musical largo (demasiado largo), como el de Tráiler para amantes de lo prohibido... ¿Hay algo nuevo en este guión? Realmente no, sólo que en esta película se dice muchas más veces polla y culo que en cualquier otra peli del director. Eso que es un poquito pueril (por no decir muy pueril) le encanta a los veinteañeros, o por lo menos a los muchos con los que yo vi la película en un preestreno en la Facultad de Ciencias de la Información. Está claro que a la nueva generación el humor sofisticado no le va mucho. O por lo menos a la nueva generación de estudiantes que se preparan para ser periodistas y trabajar en el audiovisual.
La realización es bastante cutre también, pero eso es una característica del director así que tampoco hay que sorprenderse mucho por ello. Se han gastado una pasta en alquilar el avión, en pegar algunas partes con tecnología digital y probablemente en pagar a José Luis Alcaine para que intente iluminar ese desastre. También seguro que David Delfín se ha llevado un dineral por los uniformes cutres de la tripulación y que Javier Mariscal se ha llevado otro pico por el cartel. El problema de este último es que ha hecho cosas muy parecidas para otros filmes como El artista y la modelo de Fernando Trueba. Lo mejor que se puede decir de Los amantes pasajeros es que es un millón de veces más entretenida que La piel que habito, aunque eso tampoco tiene mucho mérito, porque cualquier vídeo casero rodado con un móvil es mejor que ese bodrio.
Una vez más, tras un guión horrible, hay un montón de actores que tienen que sufrir (aunque ellos afirman que se lo pasan genial) en sus papeles absurdos. Javier Cámara, Rául Arévalo y Carlos Areces interpretan a homosexuales con mucha pluma y chistes fáciles, y eso que el propio Arévalo asegura que su personaje tiene menos pluma que los amigos de Almodóvar en los que se ha inspirado para el papel. Cecilia Roth hace de lerda que no se entera, pero también hacen de lerdas el resto de mujeres del casting, así que en eso su personaje no destaca demasiado. El peor papel probablemente sea el de Lola Dueñas que es realmente absurdo con su obsesión sexual y su "huelo muertos". Blanca Suárez por lo menos sale muy guapa y esta vez evita volverse loca como en su papel de La piel que habito, algo que todavía no entendemos por qué ocurría y que no tenía ningún sentido. La que sí se vuelve loca es Paz Vega con un personaje testimonial como los de Antonio Banderas, Penélope Cruz y Carmen Machi. Por suerte para ella, esta vez Chus Lampreave no ha participado, y yo creo que ya tuvo suficiente con su parodia de sí misma de El artista y la modelo. También están por ahí otros como Antonio de la Torre y Hugo Silva que, por supuesto, hacen de bisexuales con una clara tendencia homosexual; Miguel Ángel Silvestre que hace de guapo follador; José María Yazpik que interpreta a un evidente asesino a sueldo; Guillermo Toledo, que es un galán que las enamora y las deja taradas; y José Luis Torrijo que interpreta a un empresario corrupto con su corazoncito.
En definitiva, una película por la que no vale la pena gastarse los euros en verla, a no ser que uno sea un adolescente con un sentido del humor sencillito de caca-culo-pedo-pis.