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Blanco (1994)

Director: Krzysztof Kieslowski

Actores: Zbigniew Zamachowski, Julie Delpy, Janusz Gajos


Karol Karol es un polaco que, enamorado de una francesa, se muda a París para casarse con ella. Mientras antes era un hombre fogoso, tras la boda se convierte en un impotente al que la vida le maltrata y no le da más que desgracias, como el divorcio de su querida mujer

Al igual que en Azul, Kieslowski cuenta para el guion con Krzysztof Piesiewicz, Agnieszka Holland, y Edward Zebrowski, a los que suma en esta ocasión a Edward Klosinski. De todos modos, y al igual que en el resto de las películas de esta trilogía, el espíritu del director lo impregna todo.

Kieslowski traslada la acción a su Polonia natal a la que no considera, de manera un tanto sarcástico, más que un estercolero, como declara el propio protagonista al llegar, de una manera un tanto surrealista hasta su país. Al abrir los ojos en un vertedero lleno de gaviotas afirma contento, aunque lleno de contusiones: “Por fin en casa”.

Vista treinta años después de su estreno original, yo sigo pensando que esta película enlaza mucho más con su Decálogo que con una trilogía sobre los valores de la revolución francesa. Aquí la supuesta igualdad a la que hacen referencia muchos críticos desde su estreno original no se aprecia prácticamente en ningún momento de la historia, más allá de en ese viejo que está igual de hecho puré que el protagonista y que se empeña en tirar una botella a un contenedor de reciclaje, o a la igualdad de desesperación que espera a la mujer del protagonista en su encierro final (que quizás acaba en breve, aunque nunca lo sabremos, o al menos no lo sabremos hasta el final de Rojo, en el que se intuye que todo ha vuelto a la normalidad en el matrimonio). Los distribuidores también se han dado cuenta de que esta película no encaja bien dentro de la trilogía, y al elaborar el nuevo cartel han convertido en protagonista a Julie Delpy, cuando en realidad ella sólo es el elemento que desencadena toda la historia, pero el protagonista es claramente Zbigniew Zamachowski. Para mí, la verdadera trilogía, de mujeres libres y empoderadas es la que comienza con La doble vida de Verónica, sigue con Azul y acaba con Rojo.

Kieslowski enlaza este filme con Azul con elementos formales como los fundidos, que aquí son blancos, y tampoco son nada convencionales y tienen significados diversos, como, por ejemplo, el clímax de un orgasmo. El protagonista también deja mover sus dedos por un papel, como hacía Juliette Binoche en Azul, pero mientras en ese caso, la actriz iba acompañando sus manos de las notas de una partitura que la envolvía por completo, aquí la música está evidentemente fuera de la mente del protagonista y sigue una ruta de fincas que compra barato y que le van a convertir, rápidamente, en un capitalista.

Blanco también tiene un parentesco con La doble vida de Verónica, en ese Karol Karol que se pasa el peine por los ojos, al igual que Verónica hacía con su anillo. E incluso ese pasar despacio por delante de los ojos abiertos tiene una clara reminiscencia al ojo rasgado más famoso de la historia, el de Un perro andaluz, de Luis Buñuel.

Blanco tiene un sentido del humor muy personal, que roza siempre lo dramático, y que es probablemente un reflejo de la Polonia donde nació y vivió Kieslowski. Viendo películas recientes de ese país se ve que han democratizado su manera de entender la vida, en esta especie de masa sin personalidad que es actualmente gran parte de la cultura. Así que Blanco, al igual que Azul, es un reflejo de un mundo que ya no existe y que es difícil que vuelva a hacerlo.

Y hay en Blanco un elemento simbólico, de múltiples lecturas, que es la paloma que acompaña todo el rato al protagonista, tanto cagándole encima en las escaleras del juzgado parisino, hasta acercándose a él para ser acariciada como un perro en el andén del metro, o en varias apariciones en Polonia. Incluso algunas en las que sólo escuchamos el arrullo de una manera diegética, sin llegar a ver al animal.

El peso interpretativo, como ya se ha comentado, se lo lleva Zbigniew Zamachowski, y también Janusz Gajos, en ese papel propio de la novela de Jules Verne, Las tribulaciones de un chino en China, que quiere morir hasta que ve la muerte de cerca. Los dos forman una pareja que habría merecido una continuación, y así habríamos sabido si el protagonista confiesa a la policía su engaño y libera a su ex mujer, o la deja enclaustrada como una Juana la Loca de manual. Como ya se apuntaba más arriba, al final de Rojo sabremos que los dos siguen juntos y ella está fuera de la cárcel, aunque no sabemos cómo le ha podido afectar la falsa muerte de su marido.


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