Santos Trinidad es un policía bastante quemado que por sus errores ha pasado a trabajar en el departamento de personas desaparecidas. El alcohol le lleva una noche a un prostíbulo de mala muerte, donde se produce un tiroteo y con ello comienza una historia llena de entresijos de corrupción, malos rollos y terrorismo.
El director Enrique Urbizu se junta de nuevo con Michel Gaztambide para escribir el guión de una película. Ya lo hicieron con mucho éxito en La Caja 507 y con algo menos de fortuna en La vida mancha. Gaztambide además es el autor de otras pelis como Vacas, de Julio Medem y Yoyes de Helena Taberna. Es decir, que es un guionista consolidado y sabe de lo que escribe. Aquí aprovecha una trama similar a la del 11-M para sumergir al protagonista en una historia sórdida en la que él no tiene mucha idea de lo que está ocurriendo. De hecho sabe más un grupo de policías que le sigue los pasos y, sobre todo, sabemos mucho más los espectadores, que tenemos la suerte de contar con toda la información. Como en toda buena película policíaca hay que estar muy atentos a lo que ocurre para no perderse en el complejo hilo argumental, así que hay que pensar un poquito y eso siempre es de agradecer. Para ayudar al espectador en estas películas que son muy densas en información, Urbizu utiliza un truco: poner nombres muy llamativos a sus personajes; y funciona, porque es muy difícil olvidarse de alguien llamado Santos Trinidad.
El director Enrique Urbizu le tiene pillado el truquillo a esto del cine inspirado en asuntos de la realidad, como la corrupción urbanística de La Caja 507 o la amenaza del terrorismo árabe en esta No habrá paz para los malvados. Madrid resulta ser un escenario perfecto para contar su historia, con solares abandonados en el centro de la ciudad y con unos rascacielos que se ven perfectamente desde un inmundo vertedero. Urbizu además reconoce haber utilizado algunos de los escenarios de los atentados del 11-M, como la estación de Atocha, para que al espectador le venga el recuerdo de aquel momento y sienta la película como algo totalmente realista. El ambiente que crea Urbizu es muy creíble y quizás el único defectillo que le podemos achacar a la peli es bajar un momento de ritmo, aunque por suerte la acción repunta luego para llevarnos a un trepidante final.
El actor José Coronado y Urbizu se conocen a la perfección y me apuesto algo a que trabajar juntos les sale de lo más natural. De hecho en las tres películas que han hecho juntos es donde Coronado ha trabajado mejor. Yo añadiría también, como papelón de Coronado, La vida de nadie, ese gran filme de Eduard Cortés. En una peli como esta última de Urbizu en la que el protagonista destaca tanto sobre los demás, al resto de actores sólo les queda aguantar el tipo e intentar hacerlo lo mejor posible para no pasar demasiado desapercibidos. Algunos de ellos tienen poco diálogo, como ocurre también con Coronado, y la que tiene un mayor numero de líneas en el guión es Helena Miquel que interpreta con bastante acierto a la juez Chacón, la que investiga de manera paralela al grupo terrorista, y que siempre va un paso por detrás.