Cuando fui a ver El artista y la modelo de Fernando Trueba no me gustó casi nada de la película. El único texto que me pareció interesante resultó estar copiado y luego descubrí que incluso la escultura que hace al final el autor ya existía con anterioridad.
Todo el trabajo de pinturas y esculturas de la película lo realizó Tomás Bañuelos, profesor de la Facultad de Bellas Artes. Trueba contactó con él muchos años antes de la realización del filme y poco a poco fueron ideando cómo iba a ser la historia. El director luego ha contado a la prensa que lo del blanco y negro se le ocurrió de repente, una vez que había comenzado el rodaje, pero Bañuelos asegura que desde un principio iba a ser así y eso les llevó (a él y a su equipo) a hacer los dibujos con mucho más contraste para que se percibieran mejor en pantalla.
Bañuelos también iba a ser las manos que aparecen en el filme trabajando las esculturas, pero al final, por motivos de tiempo no pudo ser, ya que había que trabajar a destajo para conseguir realizar las cientos de piezas que hicieron falta para la película.
En cuanto al filme, el escultor esta bastante orgullos de su trabajo, y sobre todo de aparecer en créditos. A pesar de eso reconoce que está lleno de tópicos, como el escultor que busca una obra perfecta y una vez realizada su vida deja de tener sentido y se suicida (toma spoiler). O la del escultor que se pone cachondo con la modelo, algo que él considera que no ocurre nunca porque los pintores y escultores son todos profesionales. El único artista que conozco que me ha reconocido ponerse cachondo en un trabajo (de manera excepcional y por eso lo recordaba) fue Alberto García-Alix en una sesión de fotos con Sophie Evans, lo cual tampoco es de extrañar conociéndola.
El artículo se publicó en Tribuna Complutense, con fecha 16 de octubre de 2012.